En el año 1768, bajo el reinado de Carlos III de España, se promulgaron las reales ordenanzas del Ejército de Su Majestad, que tuvieron un impacto duradero en las tradiciones de muchos pueblos de Castilla y León.
Una de las directrices más notables de estas ordenanzas fue la implementación del sistema de reclutamiento conocido como «los quintos». Según esta ordenanza, uno de cada cinco jóvenes españoles en edades comprendidas entre los 16 y los 40 años debía dedicarse a la vida militar y servir al Rey.
Posteriormente, en 1912, se estableció el servicio militar obligatorio en España, y el término «quinto» se actualizó para referirse a todos los jóvenes que alcanzaban la mayoría de edad en el año, quienes tradicionalmente eran tallados el 30 de abril.
En la actualidad, el término «quinto» ha perdido por completo sus connotaciones militares, así como cualquier sesgo de género, y “quinta” se utiliza para designar a todas las personas nacidas en el mismo año.
Desde aquellos primeros quintos de 1768, ha existido siempre la tradición de que en cada municipio se celebre una despedida especial, con un tono festivo, que ha dado origen a la actual fiesta de los quintos. Esta festividad se sigue celebrando cada año en lugares como El Carpio.
Según manda la tradición, cada 30 de abril, los jóvenes carpeños que cumplen los 18 años cortan, pelan y colocan en la calle principal del pueblo el tronco de un árbol, habitualmente un chopo, al que se conoce como “el mayo”. Además de la puesta del mayo, que estará allí plantado durante todo el mes que le presta su nombre, los quintos también organizan otras actividades, entre las que destaca un intenso recorrido en el que visitan el domicilio de cada uno de ellos para tomar un refrigerio acompañado de una copa o licor.
Aunque las reales ordenanzas que dieron origen a la tradición de los quintos han quedado en desuso, estas prácticas y rituales han perdurado en el tiempo y se han convertido en parte esencial de la identidad cultural de la región. El espíritu de hermandad y camaradería que envuelve la fiesta de los quintos hace que esta celebración sea una de las más queridas y apreciadas por todos los carpeños, generación tras generación.
El mantenimiento de estas tradiciones es un testimonio del arraigo y la conexión emocional que los habitantes de El Carpio sienten hacia su historia y su legado.